
RETIRO INDIGNO EN EL SALVADOR
La muy esperada reforma pensionaria que el actual ejecutivo prometiera hacer, en realidad a pesar de lo afirmado jamás llegó, pero en cambio sí una reforma que apuntaló la privatización del sistema introduciendo algunos cambios que son por principio insostenibles, así como elevando los beneficios para el segmento privilegiado de pensionados denominado VIP.
Tampoco el estado ha resultado bien parado de tal reforma, pues la deuda pública previsional aumentará, imponiendo a la población que, sin ser beneficiada por una pensión, deberá sostener al sistema de forma indirecta mediante sus impuestos.
Es decir; al no concretar el actual ejecutivo el desmontaje del sistema privado de pensiones, no resuelve los vicios originarios que suponen la carga para el estado arriba señalada, y que debe atender erogando ingentes recursos que constituyen una deuda que crece en el tiempo de modo exponencial.
Peor aún, al segmento que sí es su beneficiado, no se le ha mejorado sustancialmente su situación para cuando cause retiro, pues, aunque se introduce en la reforma una aparente mejor pensión, ésta no puede sostenerse en el tiempo porque no pueden haber mayores ingresos con las actuales condiciones, reduciéndose las reservas del sistema a la par que se lo expolie legalmente por parte del estado como caja chica, agravándose al no sumar un mayor número de beneficiarios que fortalezcan al sistema mediante sus aportaciones, volviéndolo inviable, lo que a la vuelta de todos estos años luego de ser impuesto obligatoriamente a los trabajadores, sigue conformando su mayor talón de Aquiles.
Es decir, para entendernos: el sistema privado de pensiones nacional es en la práctica deuda pública, un fracaso en cuanto a la función que cumple socialmente, beneficiando en términos de dignificación de retiro a apenas un segmento equivalente al 0,01% de pensionados, constituyéndose así una carga para el estado, pues para conservarlo debe aumentarse la deuda previsional a través de deuda pública, sin fuentes para lograrlo, agravándose al no introducirse las debidas estrategias que aseguren su crecimiento en el tiempo como consecuente sostenibilidad.
Veamos con un ejemplo cuan atractivo es este sistema; el magisterio nacional está conformado por cerca de 49,000 docentes en servicio, la cuarta parte de los cuales ya se encuentran en el umbral de retiro por haber cumplido tanto la edad como el tiempo para retirarse, ¡pero no lo hacen!, y en su mayor parte no lo harán, con excepción de los casos que por salud carezcan de alternativas, empero el resto sencillamente no se retirará, lo que se explica en el hecho de que las condiciones ofrecidas por el sistema solo deprimen materialmente al asegurado.
Así las cosas, subrayemos, no existen las condiciones efectivas para un retiro digno de la ciudadanía, y en cambio estas condiciones vigentes se agravarán en el tiempo, pues son rayanamente insostenible.
El único sistema que responde a los intereses de los trabajadores es el de solidaridad y reparto, pero no será reintroducido porque socializa los beneficios, negándose por principio tanto a la privatización como a los desvíos de sus recursos.
¿Y entonces?
Luis Colato