LO QUE PRIVATIZAR SUPONE PARA LA EDUCACIÓN PUBLICA EN EL SALVADOR.
Luis Colato
Durante la gestión de Francisco Flores, FUSADES le reclamó públicamente al estado salvadoreño la pobre formación con la que los bachilleres de entonces resultaban graduados.
De entonces a la fecha, la cosa no ha mejorado mucho, recordamos aquel dramático llamado que hiciera el Rector de la UES, en el mismo período, a los docentes del país: “…compañeros maestros, deben dedicarse más a la formación de nuestros educandos, que ahora apenas saben leer y escribir…”.
Aquella no era una infamación del entonces rector de la UES, sino una cruda acusación del pobre ejercicio que los docentes en general hacen en las aulas del país, porque aquel año, apenas el 10% de los candidatos a ingresar a la UES superaron con dificultad las pruebas cognitivas de ingreso a la academia.
Debemos recordar en este punto que los educadores en general han sido reducidos a cumplir el papel de informadores, no de formadores.
Durante el conflicto armado, el sistema educativo fue percibido por las élites y el ejército como una amenaza, y, en consecuencia, desmontado y privatizado.
Si, privatizado, pues la formación docente dejo de ser responsabilidad del estado, abandonando el modelo que se baso en el elemento vocativo como parámetro formador del aspirante a ser docente, para en cambio dejar que solo el que podía pagar su formación lo fuera.
Fueron los días de las universidades de parqueo y cochera, que produjeron sin control, aquellas paqueteadas de seudo profesionistas que anegaron al país, que gangrenaron más a 2 profesiones del país: la del educador y la de jurista.
En el caso de los educadores, recordemos que ya el gobierno de Francisco Flores inicio un proceso de seudo privatización, que para el caso de la escuela salvadoreña redujo sensiblemente la inversión pública, e inicio pláticas con los sectores interesados en la fase que no se concretó, luego que las gremiales médicas lo atajaran valientemente.
Sin embargo, el elemento privatizador esta presente desde el conflicto armado en el sistema educativo, impidiendo por ejemplo que los educadores, como técnicos del saber enseñar, participen en el diseño y promoción del sistema educativo, promoviendo desde su quehacer docente, los cambios que el sistema necesita desde sus respectivos territorios y con una visión estrictamente técnica y no política.
A ello debemos sumar el que además el modelo educativo salvadoreño no se caracteriza por estimular la investigación, el cooperativismo y la participación activa, sino todo lo contrario, haciendo énfasis en la individualidad, el memorismo y la banca.
Esto implica que el reino de los educadores se suscribe al aula solamente, rechazando así los conexos que suponen el exterior.
Ello ha redundado en que las capacidades de nuestros educandos son intencionalmente castradas desde el sistema, para en cambio promover el estanquismo y la mediocridad.
La razón, todo pensador es peligroso, y lo es aún más el pensador crítico.
Si se concretiza una privatización objetiva del sistema educativo, no lo dudemos, será la mediocridad la que imponga su reino absoluto en el país.